Para quienes desean cambiar radicalmente sus hábitos alimentarios existen dietas como la vegetariana que les permite realizarlo, comenzando una nueva etapa en la vida, donde algunos alimentos dejarán de formar parte de su dieta diaria.
Sin embargo, existen métodos o estilos de alimentación que son muy antiguos como el higienismo y su derivada dieta higienista que surgen a fines del siglo XVIII. Un movimiento que buscaba relacionar de forma directa el entorno y la salud física, divulgando pautas de vida ideales para mantenerse sano o en su caso recuperar la salud.
Entre las figuras que realizaban este tipo de dieta higienista se encuentran por ejemplo en el siglo XIX Isaac Jennings, Sylvester Graham y John H. Tilden y ya llegado el silgo XX autores como el profesor Capo, M. Shelton y Manuel Lezaeta, entre otros impulsaron el movimiento higienista como un estilo de vida beneficioso para la salud.
Dentro de las características principales de una dieta higienista se encuentran:
- Un contacto permanente con la naturaleza y esto puede lograrse paseando por el campo o un parque tomando conciencia del entorno y el ritmo de la naturaleza.
- Practicar actividad física
- Dormir las horas necesarias para encontrase saludable evitando situaciones de estrés que alteran el sueño.
- Prescindir de sustancias químicas en general, evitando medicamentos en la medida de lo posible.
- Utilizar prendas de vestir realizadas con fibras naturales.
- Evitar el uso de productos químicos tanto para la higiene personal diarias y para la limpieza del hogar.
- Rodearse en lo posible de un ambiente positivo.
- Practicar por lo menos una vez al mes ayuno que sirve para desintoxicar el organismo.
- Diseñar una dieta rica en verduras, frutas, germinados, legumbres y frutos secos, pero adaptada a cada caso en particular.
La dieta higienista se basa en que la alimentación es un factor básico para la salud y los alimentos deben cultivarse de forma saludable tanto para las personas como para el medio ambiente, prescindiendo de cualquier producto químico o aditivos.
Es aconsejable evitar los alimentos de origen animal y consumir la mayoría de los productos sin cocinarlos, ya que crudos mantienen más sus propiedades sobre todo elegir siempre alimentos de estación.
Respetar siempre una combinación adecuada de alimentos y no mezclar proteínas como carne, pescado, legumbres y lácteos con hidratos de carbono como avena, arroz, trigo, centeno, cebada, maíz, pasta, pan o patatas ya que el sistema digestivo produce para cada grupo de alimentos jugos diferentes para realizar el proceso de digestión.
Tampoco deben mezclarse en una misma comida, frutas y verduras o frutas dulces y ácidas.
Una forma sana de alimentación es fundamental para mantenerse en forma, saludable, ayudando a retrasar el envejecimiento prematuro.
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